Feng shui para el dormitorio: claves para conseguir una habitación armoniosa para dormir bien

2022-08-20 11:51:38 By : Ms. Sally Yang

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El entorno de nuestro hogar está vivo y los elementos que lo componen (paredes, muebles, cortinas...), aunque no lo sepamos, ejercen una influencia profunda sobre nosotros y nuestro bienestar, bien reforzándolos, bien debilitándolos. El feng-shui es el arte de estudiar el ambiente, el entorno en esos espacios vivos que llamamos hogar o lugar de trabajo.

El feng-shui no constituye una filosofía, ni siquiera una forma de vida, sino un intento de recuperar y reproducir en nuestro entorno humanizado la fuerza y los ciclos cambiantes de la naturaleza. El feng-shui europeo, que se integra dentro de lo que se conoce como "Escuela de la Forma", emplea para ello color, materiales, formas y símbolos.

Para iniciarnos en su uso podemos empezar por la habitación en la que pasamos más horas: el dormitorio.

¿Has dormido alguna vez en una habitación que te producía desasosiego? O, por el contrario, ¿en un dormitorio donde podías descansar profundamente?

¿Te ha sucedido algo parecido en tu propia casa, al hacer una reforma o desde que cambiaste los muebles o el color de las paredes de su habitación?

Hay una razón para ello: el entorno de nuestro hogar está vivo y los elementos que lo componen (paredes, muebles, cortinas...), aunque no lo sepamos, ejercen una influencia profunda sobre nosotros y nuestro bienestar, bien reforzándolos, bien debilitándolos.

Para sentirnos en casa, necesitamos un ambiente acogedor. Una casa bien diseñada debe permitir que su dueño goce de confort, seguridad y apoyo dentro de ella.

Muchas veces, sin embargo, los lugares se construyen o decoran de tal manera que no favorecen el descanso. Algo en el entorno genera inquietud o desasosiego; según el feng-shui, ese algo puede ser la forma del espacio o los colores y materiales con que está construido.

El feng-shui es una manera fácil de transformar la manera en que vemos los lugares en que vivimos y trabajamos.

Para empezar es suficiente con intentar conseguir una nueva visión de nuestro espacio mirándolo como si estuviera animado, como un ser vivo compuesto de múltiples elementos que nos influyen pero en los que también podemos influir.

Así, podemos ver nuestras paredes y posesiones como elementos vivos; no como objetos inanimados sino como herramientas que podemos usar para lograr fines concretos en el mundo material.

En la práctica, el feng-shui no tiene nada que ver con dragones chinos, sapos de tres patas con una moneda en la boca que atraen la prosperidad, ni dioses de la fortuna que se frotan sus grandes estómagos. Esos elementos forman parte de la cultura popular china, pero no son una parte esencial del feng-shui.

El dormitorio es el lugar de la intimidad personal, un santuario donde retirarse para lograr descanso físico a través del sueño, pero también la desconexión más profunda que solo proporcionan la meditación y la práctica espiritual.

Si viviéramos en un mundo ideal todos tendríamos grandes casas con habitaciones de sobra y, por tanto, una habitación especial para este fin. De hecho, si se vive solo o sobran habitaciones, es preferible no dedicarlas a cuarto de invitados sino a cuarto de estudio o meditación.

Disfrute de su espacio y úselo para expandir sus logros y su energía. Pero en un piso urbano, disponer de tanto espacio suele ser prohibitivo.

¿Es obligatorio tener en el dormitorio esa área dedicada a la espiritualidad y la introspección? No. Basta con crear la atmósfera que pueda acoger esas actividades tipo yin, es decir, de descanso y reposo interior.

Aunque de forma diferente, tanto para los niños como para los adultos un dormitorio debe ser el lugar de la intimidad personal donde descansar física y mentalmente y también crecer interiormente.

Debemos crear un espacio que nos permita desconexión y libertad. El feng-shui busca el libre flujo del chi dentro del espacio y nuestro dormitorio es quizá la habitación más importante de la casa.

De entrada basta con probar a crear un lugar donde nos sintamos cómodos, no simplemente una habitación utilitaria, sino un lugar especial.

¿Tenemos en ella objetos que nos gustan, recuerdos positivos y está todo limpio y ordenado? ¿Podemos usarla para descansar, leer, dormir y compartir tiempo de calidad?

Si podemos hacerlo, tendremos una habitación armónica y estaremos a la vez reforzando nuestra energía vital de forma fácil y sencilla y tomando conciencia de la íntima relación que existe entre nuestra casa y nuestra vida. ¿No vale la pena probarlo?

Un dormitorio debería evitar los colores demasiado fríos y los excesivamente estimulantes, el efecto de ambos grupos según el feng-shui es el mismo: por exceso o por carencia generan intranquilidad y dificultan el reposo.

También conviene evitar todos los elementos "activadores", como televisor, ordenador, fax, peceras y en general los que sean dinámicos o generen ruidos.

No deben estar a la vista la bicicleta estática, la tabla de flexiones y demás objetos que marcan esfuerzo, pero no se incluye en ese grupo la radio, el equipo de música o el teléfono.

Tampoco es recomendable que estén a la vista papeles desordenados, elementos de trabajo acabados o no, recordatorios de citas, formularios de Hacienda, etc.

Su efecto resulta contraproducente para el sueño y la capacidad de recuperación, e inciden de forma negativa sobre la vitalidad de quienes duermen en la habitación de modo permanente.

No debería haber espejos apuntando directamente hacia la cama. Es decir, si una persona tumbada o reclinada en la cama puede verse reflejada debería tapar el espejo o, mejor aún, cambiarlo de lugar.

En cualquier otro punto del dormitorio, o bien dentro del armario, un espejo no generará problemas, salvo que se encuentre roto o en mal estado.

¿Y cómo es la alcoba ideal? Según el feng shui, debería tener una cama no demasiado pequeña, que estuviera centrada en la habitación, con elementos de apoyo a cada lado, luces cálidas y colores suaves.

Los elementos a los lados pueden ser mesillas o algo similar, no tienen por qué ser iguales, pero sí armoniosas. Lo ideal es que sobre cada una haya un punto de luz -nuevamente no tienen por qué ser iguales- que pueda estar encendido sin molestar al otro lado de la cama.

Es importante resaltar que estos puntos son tanto para quien vive en pareja como para quien quiere hacerlo, y también para quien, viviendo solo y no deseando emparejarse, desee estabilidad, vitalidad constante y una buena salud. Un buen dormitorio es una base para estos logros.

Los colores más adecuados para un dormitorio según el feng shui son los pasteles suaves o colores no estridentes que generen asentamiento y tranquilidad: salmón, rosa, colores terrosos, vainilla, limón, verdes y violetas suaves, que pueden romperse para crear un equilibrio mediante los complementos: colcha, edredones, cuadros, muebles...

Los elementos tierra como alfombras, kilims y jarapas son bienvenidos, así como baúles o bancos a los pies de la cama o, si es posible, un buen piecero.

La luz es un elemento que permite marcar diferentes espacios.

En condiciones ideales las luces no deberían ser sólo de techo, sino tener múltiples puntos dentro de la habitación: lámparas de pie, de sobremesa, luces graduables...

Eso permitirá crear distintas atmósferas según el momento: intimidad física, sueño profundo, actividades relajadas como leer, escuchar música, o como comentábamos al inicio, meditar.

El dormitorio debería ser un lugar de contacto con el yo interior más profundo, tanto a través del sueño como de la espiritualidad. Es el lugar donde estamos más desprotegidos al confiarnos completamente al sueño y donde recuperamos el chi que nos permitirá tener un nuevo día de actividad plena y satisfactoria.

En cambio, en el caso del dormitorio de los niños sucede todo lo contrario, ya que su naturaleza activa les mantiene en perpetuo movimiento físico y en continua actividad mental y emocional.

Aquí encontramos un reto: la mezcla de funciones que se da en el dormitorio infantil. En el caso de los niños el dormitorio se ha convertido por falta de espacio en el lugar de juegos, encuentros, estudio y todas las actividades molestas; una habitación hecha para todo menos para dormir.

Antes los juegos más activos se realizaban fuera de la casa, solo había televisión o vídeo en el salón, no se disponía de ordenadores o juegos interactivos....

Un dormitorio infantil en este momento es una mezcla de salón de juegos con luces de todo tipo, biblioteca, cuarto de cambiarse y en medio de ese batiburrillo hay una cama que los niños usan muy poco dado el número de estímulos atractivos que la rodean.

Incluso en el caso de los niños más pequeños el dormitorio ha perdido su naturaleza. Aún no es habitual que haya televisión si el pequeño tiene menos de seis u ocho años, pero sí habrá robots y muñecas que se muevan, hablen y enciendan luces y reclamen atención. Los colores serán fuertes y habrá múltiples juegos especiales para "estimular el crecimiento".

El dormitorio de los niños hasta los doce o catorce años debería mantenerse en tonos suaves y más bien fríos para compensar el elemento fuego que forma parte de su naturaleza si están sanos y alegres.

Así, los colores azules, que no se consideran adecuados para un dormitorio de adultos, son muy recomendables en este caso. También los colores verdes, que estimulan la relajación y el crecimiento.

Que haya una mayoría de tonos azules o verdosos no implica que no podemos usar también tonos rojizos como el rosa, el salmón y el naranja para añadir calidez, o los tonos ocres y terrosos para añadir estabilidad.

Con la entrada en la adolescencia se aconseja pasar a colores tierra a fin de equilibrar el vaivén emocional que les da la edad: ocres, amarillos suaves, colores pastel y la gama de rojo en tonos pálidos como rosa suave, naranja, melocotón, salmón...

Es importante intentar que nada destaque excesivamente, sino crear una atmósfera armónica donde los juguetes, cuadros, libros, figuras, etc. se vean integrados enviando un mensaje de apoyo positivo y de refuerzo al niño, potenciándolo con representaciones que sean estéticamente bellas o centradas en actividades humanas, la naturaleza, animales y paisajes.

El chi, la energía vital, se mueve dentro de los espacios siguiendo las mismas leyes físicas que el agua o el viento (eso significa feng shui).

Por tanto, una cama bajo una ventana o frente a una puerta está sometida a una fuerte corriente de chi y el resultado es un mayor desgaste energético.

Se trata de casos muy frecuentes, que influyen en generar una sensación de vacío o pesadez mental al despertarse. Dificultad para concentrarse, agotamiento excesivo o fuerte nerviosismo son otros síntomas.

Se puede dormir en otra posición o en otra habitación durante al menos una semana para verificar si los problemas están o no causados por la posición de la cama.

Que la cabecera de la cama esté en una dirección u otra provoca efectos diferentes.

Pero el feng-shui valora más que la cama no se encuentre directamente ni frente a la puerta, ni entre esta y la ventana.

También conviene evitar los ángulos que apunten hacia la cama, como esquinas y columnas, o las estanterías u objetos pesados situados sobre ella, lo que no incluye láminas o cuadros ligeros.

Una buena ubicación es tener una pared sólida y despejada tras la cabecera con una visión despejada de la habitación. Se busca crear sensación de seguridad, asentamiento y relajación.

Aunque sea una costumbre muy implantada, la ausencia de cabecero sólido es un problema porque tiende a crear inestabilidad y genera a largo plazo agotamiento físico y emocional.

Esto incluye las telas colgadas, los cojines como barrera e, incluso, los cabeceros metálicos.

El cabecero puede ir o no unido al cuerpo de la cama y no tiene por qué ser elaborado, puede ser sencillo: una madera lisa o simplemente forrada con tela son suficientes.

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