Detalle de 'Los proverbios flamencos', 1559, de Pieter Brueghel el Viejo
Pieter Bruegel el Viejo (1525/30-1568) era un hombre sabio, tranquilo y discreto, pero le gustaba gastar bromas, asustar a sus aprendices con cuentos de fantasmas o vestirse de campesino para colarse en bodas, según relató su amigo y primer biógrafo, Carel van Mander ("el Vasari holandés"), que explica que llegó a ser apodado como Pieter den Drol (Pedro el Bufón). "En compañía de Franckert [un comerciante], a Bruegel le gustaba visitar a los campesinos, en las bodas o ferias. Los dos hombres se vestían como los campesinos, e incluso como los demás invitados llevaban regalos, y se comportaban como si pertenecieran a la familia o pertenecían al círculo de uno u otro de los esposos. Le encantaba observar sus costumbres, sus modales en la mesa, bailes, juegos, formas de cortejo, y todas las bufonadas que podían ofrecer, y que el pintor supo reproducir, con gran sensibilidad y humor", relata el también pintor e historiador del arte.
Bruegel el Viejo no concibió sus pinturas costumbristas para consumo de los campesinos, sino para las élites, pero extrajo buena parte de su energía creativa de la cultura de los pobres, de los borrachos y los mendigos. Des sus fiestas, costumbres y fantasías. Sin idealizarlas, nombrando las cosas por su nombre. En Los proverbios flamencos, óleo sobre tabla que forma parte de la Gemäldegalerie de Berlín, vemos hombres y mujeres del campo realizando aparentemente tareas cotidianas. Encienden velas para el diablo, llenan un pozo en el que se ha ahogado un ternero, amasan pan o dan de comer a los cerdos. Pero si miramos bien descubrimos que en realidad se trata de extrañas. Un hombre lleva la luz del día dentro de una cesta, otro esquila cerdos, otro más atrapa una anguila por la cola y una mujer cubre con una capa azul a su marido cornudo... ¿Y qué hacen esas tartas en el tejado?
Bruegel escondió en el cuadro más de 120 proverbios no tanto para ilustrarlos como para componer un retrato de la absurdidad, la maldad, la locura y la estupidez humana. También titulado La capa azul y El mundo al revés, el pintor incita al espectador a adivinar los mensajes escondidos, algunos de los cuales todavía forman parte del uso popular y otros ya desvanecidos, cuya formulación varía según los diferentes idiomas.
Darse contra un muro de ladrillos
Una oda a la terquedad
Quienes cometen pecados en nombre de la religión
El equilibrio lo es todo
Llevar a cabo un plan peligroso
La misma escena y personaje sirven para ilustrar otro proverbio:¿Qué puede el humo hacerle al hierro?, es decir, que no tiene sentido cambiar lo que no se puede cambiar
En la misma escena encontramos 'Tener tartas en el tejado', manera de decir que el habitante de la casa es muy rico
Los personaje que observan la escena bajo una misma capucha hace referencia a la idea de que la estupidez siempre busca compañía
También se interpreta como llamar la atención haciendo el ridículo
Otra interpretación es 'Correr como si te ardiera el culo': estar muy angustiado
Adaptar el punto de vista a la opinión actual
No darle importancia a las cosas
La vida de unas especies se alimenta de la muerte violenta y dolorosa de otras
Pasar por un mal momento
Una persona poco de fiar
El que halaga y trata de hacer amigos indiscriminadamente
Equivalente a tener el mundo en la palma de las manos
Una azada sin mango se interpreta como tener algo inútil
Vender arena en el desierto
El equivalente a echar margaritas a los cerdos
Para decir que no hay que intervenir en cuestiones ajenas se utiliza también el dicho 'Si no seré su guardián, dejaré a los gansos ser gansos'
El equivalente actual a dos pájaros de un tiro
Caerse con todo el equipo
Muchas veces hay que pasarlo mal para obtener éxito
Vendría a ser lo mismo que cerrar la puerta del establo después de que el caballo se haya escapado
La anguila se podría cambiar por la figura de un tigre
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