Sueños Inmigrantes, Poesía de Javier Zamora - Diario Co Latino

2022-09-17 11:21:11 By : Mr. Will Chang

Tres Mil 9 septiembre, 2014 Suplemento Tres Mil | 3000 Comentarios 5,414 Vistas

El Centro Cultural Centroamericano ubicado en la zona conocida como Pico-Unión en Los Ángeles, medical California, salve zona que históricamente es el portal de entrada de los inmigrantes centroamericanos a la gran urbe, diagnosis ha albergado noches artísticas para la comunidad durante los últimos ocho años. Esta área se caracteriza por los puestos de los periódicos ofreciendo subcultura, el ruido de los carros y las ambulancias, los desamparados durmiendo en el Parque Mc. Arthur, las ventas de comida callejeras y todo tipo de mercancías en las aceras que se yerguen como denuncia al desempleo. Es allí donde una noche invitamos al joven poeta Javier Zamora, a quien conocí por las redes cibernéticas, a leernos su poesía. Llegó con sus familiares un joven delgado, moreno, sonriente y traía en su cuerpo no sólo el premio del concurso “Artes: armas orgánicas” sino también tatuado en su torso izquierdo el poema “Como tú” de nuestro gran Roque Dalton. Muy seguro de sí mismo tomó el micrófono mientras la noche se inundó con la refrescante geografía verde y el contraste del mar gris con el cielo azul de la Herradura, La Paz en El Salvador. A partir de allí le robó aplausos cerrados a los asistentes. Javier Zamora nació en la Herradura, La Paz, en 1990. A los nueve años inmigró a los Estados Unidos cruzando el desierto de Sonora. En 1991, su padre se fue huyendo de la guerra. En 1994, su madre también inmigró porque el dinero que su esposo mandaba no era suficiente. Zamora creció en el área de la Bahía de San Francisco en California, donde se graduó junto a su padre, de la Universidad de California Berkeley en 2012. En el 2014  se graduó de la Universidad de Nueva York con una maestría en poesía. Javier es el recipiente 2014-2015 de la beca Olive B. O’Connor en la Universidad de Colgate. Tiene varias becas de parte de Breadloaf, Frost. Su libro Nueve Años Inmigrantes ganó el concurso de 2011 de parte de Organic Weapon Arts Chapbook Contest. Sus poemas han ganado el concurso editorial de Meridian Magazine en 2014, y han sido publicados en Best New Poets 2013, Four Way Review, Narrative Magazine, Ninth Letter, también lo publicó Ploughshares, Omnidawn, y otros. La poesía de Javier Zamora explora al niño que crece y es separado de sus padres debido a la necesidad de emigrar al norte, quien se arraiga a sus abuelos y a su tierra y luego es desarraigado. La marca del desarraigo la lleva en su arte, tatuada como a Roque. Lucha contra la amnesia, la describe como “camisas olvidadas al sol porque la briza nunca sopló”. Del pasado en El Salvador rescata el amor de los abuelos, la deliciosa comida que la abuela le cocinaba,  y contrasta las realidades de los dos países. Describe su realidad aquí como “la tierra de no saber si un Colón puede siquiera comprar un frijol y tierra de vidas nadando a través de ríos arriesgando el medio vivir por la promesa de la otra mitad” Escribe en español e inglés, “espanglishea” como se dice por estas tierras. Sus poemas…

Inmigrar es amar a dos mujeres Es susurrar un te amo y un I lov yu Cuando me rastrean ambas mujeres siembran esas tres sílabas en mis oídos. Cuando sus disímiles suspiros esparcen escalofríos por mi espalda mis dedos rasgan sus cuellos Es dejar una por la otra. Son soplos de un segundo en sus estómagos. Un lambido. Luego, yugos resguardan las dudas de mis pasos esparcidos. El trigo de ella brilla sus manos extendidas erosionan los pulgares de la otra. Las guadañas desfilan los corbos del ayer. Es el arrepentimiento de un mes, ese nudo de mi nuca. Intenta amar dos veces. Busca el cañal. Amo cómo la muerte palpita dentro de una botella de agua, en el desierto.

Llamadas telefónicas ¿Hola mijo, mi Mario Bros, cómo estas? Me encachimba cuando llama. La última vez  me perdí el episodio de Dragon Bol Zeta. Esta vez le pedí un muñeco, el que alumbra de amarillo el pelo negro de Goku, el que no’s normal sino Super Sayayin. Eso significa volar súper rápido.

Mi Super Mario Bros se perdió en el viento. La semana pasada no llamó pa’ preguntarme sobre el Huracán Mitch. Quiero contarle que mis brazos son fuertes, mis brazos son fuertes como postes de luz. Cuando llama, corro al otro lado de la calle a la casa de Don Vaquero. Cuando él regresó se trajo un teléfono blanco.

Quiero un teléfono. Pa’ mi cumple ella mandó este peluche de Mario Bros. Mandó una tele, blanco y negro. Esta navidad rezaré por una en color. Quiero que regrese. Quiero ser Super Sayayin. Quiero un teléfono. Sólo cuando cuelga me llama su Super Mario. Luz, Girasol, Oro, así llama al bebé que cuida. Me encachimba cuando me llama Super Mario. Quiero ser un Super Sayayin. Cada dos semanas termina con adiós mijo, mi Super Maario, te cuidás. Quiero que llueva y llueva allá arriba pa’ que ella sepa que mis sábanas se inundaron y que los chuchos no ladraron cuando el Huracán Mitch susurró arrurru mi niño como ella algún día lo hizo.

Instrucciones Para Mi Entierro Significa Estero de Jaltepec No se atrevan a quemarme en un horno de metal, quémenme en el jardín de mi Abuelita y envuélvanme en azul-blanco-azul. [ a la mierda patriotismo ] Mójenme en el gin más barato. Cualquier cosa que hagan, no juzguen mi hogar. Con un corvo conviertan mis cenizas en el más fino polvo [ envuelvan mi pito en los calzones de esposas, hijas y abuelas de presidentes, pa’ que sueñen con pisar ] Por favor, sin curas, sin cruces, sin flores. Róbense una petaca y métanme dentro. Música a explotar. Vístanse bien pimp-it-is-nice. Emborráchense, por favor[ falten al trabajo y pisen otra vez ] Que truenen los tambores marciales. Que griten las guitarras guerrilleras y escuchen la guerra interna [ no mierdas americanas por favor ]

Parrandeen hasta el muelle, mi bailada procesión. Ánclenme en una lancha [ de veras que sea una lancha ] timoneada por un bicho de nueve años hijo de un pescador. Apúrense hasta llegar al centro del Estero de Jaltepec. Léan Como tú y lancen trozos de pan. Como la lancha circula, abran la petaca para que me respiren, para que sea pan, para que me tomen—después, olvídenme y déjenme—hundir.

“¿De dónde eres?” ? Vengo ¡ De la herradura de mi abuela,                        (La Herradura) momificada en sedas celestes, colgando arriba de su cama dadas el día que se casó con la noche. Manchas cristalinas cosidas a su almohada.

? Vengo! De una tierra cuyo nombre nunca fue paz,                (La Paz) cinco letras que no puedo cantar, la melodía de almas tragadas, por cajas de zapatos con bombas.

? Vengo! Del país donde el salvador desapareció                    (El Salvador) Donde los uniformados usurparon sus iglesias sin voz. Donde el salvador ahora escribe sus propias oraciones En paredes que parecen redes de pescadores, llenas de hoyos de balas Invalidando su significado

? Vengo! De donde escribí cartas a mis padres en el norte. ? Vengo! De donde escribí en una hoja, sumido en memorias de lo que llamé hogar pedazos de ametrallada, paz bajo pies llenos de barro.

Vias del Tren Pistas del ferrocarril que ya he visto en un sueño salvadoreño vienen a la vida en esta caravana –30 adultos y yo, caminando sin familia. Paso a paso, de cactus a cactus, Espejismo a espejismo, hasta que el sueño se haga realidad frente a las vías del tren.

Es la misma noche, el mismo túnel, las mismas caras extranjeras, blancas cantando-gritando: ? Tierra prometida!

El coyote, nuestro guía, se agacha Las cortinas de mi profecía de juguetes “Americanos” están del otro lado del túnel.

Huimos de los silbatos del tren, temerosos de los camiones de la migra patrullando las vías mientras las espinas de los cactus queman mis talones.

Arriba luces de helicópteros agujeros de gusano a camas de acero de la migra adentro celdas de cuatro por cuatro pies.

Nos rodea la pesadilla nuestros cuerpos apuntados en infrarrojo en las cámaras de la migra. Escuchamos camiones y nos escondemos en el monte. Pero no tan rápido para escapar a los pálidos hombres uniformados apuntándonos con sus armas. Me congelo al lado de aquellos que están muy viejos para saltar el cerco de alambrado.

Horas después en la fría celda ya he visto el sueño del desierto de Sonora. Me mantengo recitando las bendiciones de la migra: “Si das un paso más, te disparo”

Marlon Chicas  El Tecleño Memorioso Recientemente, se honró en toda la región centroamericana, el bicentesimo …

Ese es mi primo fenomenal